Eficiencia Energética en las Ciudades
Cuando se piensa en energía, muchas veces se comete el error de considerarla de forma aislada sin establecer las conexiones relacionadas con el cómo se usa, se distribuye, de dónde proviene y qué efecto causa su generación. Un ejemplo de esto son los postulados que sitúan a la energía solar como la solución a todos los problemas energéticos de la humanidad, pero sin establecer criterios claros en términos del cómo gestionar el gasto de esa energía, o qué efecto se origina en el entorno al producirla. En otras palabras, al hablar de energía, bien sea originaria de fuentes renovables o convencionales, se está relacionando en una misma operación a los conceptos de eficiencia energética, emisiones de gases de efecto invernadero – huella de carbono – y cambio climático.
La Eficiencia Energética es el concepto enfocado en establecer las condiciones necesarias para consumir lo mínimo posible de energía, sin afectación alguna de la operatividad de la instalación: calidad de los productos, servicios, o condiciones laborales. Su principal diferencia con el Ahorro de Energía se basa en el hecho que éste simplemente se enfoca en generar reducción del consumo sin importar los criterios productivos, lo que también se puede definir como Racionamiento. Es importante destacar que el término de Eficiencia Energética incluye a todas las fuentes de energía (gas natural, gasolina, diésel, etc.), y no sólo a la electricidad como muchas personas lo expresan.
La eficiencia energética por sí sola en cualquier ámbito, por ejemplo el industrial, es complicada y demanda soluciones estructuradas tanto a nivel de infraestructura como de conducta del usuario. Al enmarcarse este concepto dentro de lo que es la planificación de una ciudad – o área metropolitana- el reto se potencia ya que entran en juego muchos factores simultáneos que han de ser tomados en consideración, convirtiendo a éste en uno de los tópicos más complejos del mundo. En el presente artículo se analizará a la eficiencia dentro de los principales factores que hacen vida en una ciudad, para luego adentrarse en una posterior entrega en el costo invisible, pero muy tangible, que implica no implementar proyectos de movilidad en el entorno urbano.
La Vida en la Ciudad
Las ciudades se pueden apreciar como la conjunción en un espacio finito de un número importante de sectores que desarrollan actividades de forma simultánea, entre los que cabe mencionar: residencial, comercial, industrial (con sus diferentes segmentaciones), servicio, construcción, ONG, educativo, político, bancario, religioso, entre otros. Adicionalmente, las ciudades son habitadas por personas que laboran en los sectores mencionados y deben asistir a sus lugares de trabajo, desplazándose por ella y dando cabida al sector transporte y al concepto de Movilidad.
Desde el punto de vista energético, cada uno de los sectores y actividades económicas posee un funcionamiento diferente, lo que se traduce en un patrón de consumo de energía distintivo, y por consiguiente, necesario de conocer para definir las estrategias que mejor se adapten a estos. Es tal el grado de complejidad del tema, que incluso existe una máxima en el mundo de la auditoría de energía que reza: “No hay dos instalaciones iguales”; por lo tanto, así se trate de empresas del mismo ramo (industria automotriz, por ejemplo) y éstas posean condiciones operativas similares, las recomendaciones realizadas a una no necesariamente serán aplicables a la otra.
¿Qué se puede hacer ante un escenario tan diverso? En primera instancia, caracterizar los consumos de las ciudades, esto es, conocer cuánto es el consumo de energía y de esa cantidad estimar la cuantía que es dedicada a los principales servicios (iluminación, equipos eléctricos, climatización, bombeo, etc.) para cada tipo de instalación establecido en la ciudad. Un esfuerzo de esta naturaleza sí es posible, y fue planteado para la ciudad de Nueva York por la Universidad de Columbia con un mapa interactivo en donde se plantean los consumos en las diferentes zonas de la urbe, con la posibilidad del detalle, parcela a parcela, de los porcentajes destinados a cada servicio.
Con la información expresada en este mapa, es totalmente factible definir estrategias consistentes destinadas a reducir el gasto energético, iniciando con las edificaciones en las zonas de mayor consumo y el tipo de servicio que mayor influencia tiene en éstas. Tales estrategias pueden basarse en la implementación de impuestos al consumo, o a través del uso de tecnologías de inmótica o domótica para regular las instalaciones en períodos específicos, de acuerdo a las condiciones climáticas, horarias, etc. Todas estas acciones, en un mediano plazo, siempre se traducen en la disminución de costos y de la huella de carbono, tanto para la instalación como para el ente planificador, porque no tiene que hacer grandes inversiones en sistemas de generación o distribución para compensar el incremento en el consumo.
La segunda forma de afrontar el tema de la eficiencia energética en las ciudades es a través de la implementación de certificaciones y regulaciones relacionadas con la construcción de edificaciones. Éste, es uno de los sectores de mayor influencia en el consumo de energía de las instalaciones, no sólo en su vida útil sino también durante todo el proceso de construcción, por estar muy ligado el tema del desempeño energético con los tipos de materiales usados, la orientación de la edificación, la cantidad de iluminación natural que usan, entre otros.
En lo que a la certificación edilicia eficiente se refiere, la que posee mayor visibilidad mundial es la denominada LEED (Leadership in Energy & Environmental Design) desarrollada por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos (US Green Building Council). La aplicación de LEED consiste en evaluar todos los aspectos relacionados con la sustentabilidad y respeto por el medio ambiente en la construcción y operación de un edificio, y categorizarlo en cuatro niveles: certificado, Plata, Oro o Platino. Algunos de los criterios que se deben cubrir son los siguientes: eficiencia energética (recuperación de calor/frío, iluminación inteligente), eficiencia en el consumo de agua (captación de agua de lluvia, tratamiento y reaprovechamiento de aguas residuales), calidad del aire interior, utilización de parcelas en donde se minimice el impacto ambiental y el empleo de materiales de origen reciclado, de procedencia local, etc.
La Eficiencia Edilicia en Venezuela
En Venezuela, a pesar de no contar con una cultura de eficiencia energética importante han empezado a surgir iniciativas sustentables, inclusive de certificación LEED de edificaciones, como la sede principal de la empresa Venezolana de Proyectos Integrados, C.A. (VEPICA) en Caracas, de nivel plata, siendo la primera estructura del país en recibir este reconocimiento y alcanzando niveles de ahorro de agua del orden de 80%.
En lo relacionado al marco jurídico nacional, se esperaba que para finales del 2014 (aún sin publicación) entrara en vigencia las regulaciones del Ministerio del Poder Popular para la Energía Eléctrica concernientes al desempeño térmico que deben cumplir las instalaciones, y la normativa para su diseño, esperando que ésta sea una magnificación de la experiencia de la Ordenanza de Calidad Térmica de Maracaibo del 2005, en donde se daban incentivos fiscales a las constructoras que llegaran a cumplir con los parámetros establecidos en la legislación. De forma análoga a LEED, la municipalidad le otorgaba a las edificaciones cuatro certificados: aprobación, nivel bronce, plata y oro, siendo la exención impositiva en el máximo escaño de 100%.
En conclusión, la eficiencia energética tiene que ser el norte primordial de toda economía que quiere ser mejor, más competitiva y amigable con el ambiente, teniendo presente que no se puede gestionar ni mejorar algo que no se conoce. Determinar la cantidad de energía destinada a los diferentes servicios, por ejemplo la iluminación, en las instalaciones de las ciudades es fundamental para poder definir las políticas gubernamentales, apoyándose siempre en las certificaciones nacionales e internacionales de primera línea que rigen la materia. El hecho de no aplicar esto simplemente conlleva a racionar la energía, afectando las condiciones laborales y las calidades de los productos o servicios ofrecidos. Por último, la movilidad es un factor fundamental en todo entorno urbano que debe considerarse desde la perspectiva del costo de oportunidad más que como el indicador de calidad de vida. En esto se enfocará el siguiente artículo.